FILOSOFIA ASTRAL de SIMMONITE

 

 


W. J. SIMMONITE'S


ARCANOS COMPLETOS

DE LA

FILOSOFIA ASTRAL

O

EL FILÓSOFO CELESTIAL

O

LA GENETLIOLOGÍA SIMPLIFICAA

o

DOCTRINA DE LOS NACIMIENTOS

A LO QUE SE AÑADE

LAS REGLAS DEL MICROCOSMOS

LONDRES

1890

PREFACIO

A LA EDICION ORIGINAL.

El presente Tratado es la Obra más completa, práctica y sencilla en Genethliologia que alguna vez se ofrecio en un solo volumen, del mundo de la Astrológia. Aquí el Estudiante encontrará encarnada la más concisa información de los Filósofos Astrales de todos los tiempos y todos los países, desde el tiempo de los sabios babilonios y caldeos hasta nuestros días.

La ciencia de la que trata este volumen es la más antigua en cuanto a su antigüedad, la más sublime en cuanto a su aplicación, pues conduce la mente benévola desde la naturaleza hasta el Dios de la naturaleza; es la rama más moral, más aún, la más virtuosa de la filosofía natural o física; no tiene parangón en cuanto a su utilidad y divinidad, pues hombres santos de Dios la han estudiado, como un santo Daniel, un Hadrac, un Mesec y un Abednego. Moisés la aprendió en Egipto y la enseñó a muchos de los profetas y videntes; Abraham aprendió el arte en Caldea e instruyó a los egipcios en astrología, aritmética y geometría. Noé preservó la ciencia desde la época de Enós hasta los días de Abraham; y Enós la aprendió de Set, el último patriarca fue instruido por Adán. De ahí que encontremos que el conocimiento de la astrología ha sido comprendido y también practicado desde la creación misma del hombre.

En los tiempos modernos, todos los filósofos más brillantes han practicado y cultivado este gran arte; los matemáticos más renombrados han dedicado gran parte de su tiempo y talento a perfeccionar la doctrina astral, como Ptolomeo, Newton, Kepler, Napier y muchos cientos más, a pesar de la oposición de fanáticos ciegos y celosos. Todos los padres de la física estaban en deuda con esta loable filosofía y la relacionaban inseparablemente con la medicina, como Hipócrates, Galeno, Mesmer, etc., así como muchos de los médicos eminentes de la actualidad que podría mencionar. Los reformadores inmortales del mundo religioso, sin excepción, fueron autores de este gigantesco beneficio para la humanidad o creían en su veracidad y origen divino; tales fueron Jerónimo, Melanchton, Lutero, Grocio, el obispo Hall, el arzobispo Usher y muchos otros.

La principal razón, quizás, por la cual la astronomía prognóstica no se practica más universalmente en estos días, es que la ciencia ha sido generalmente cultivada por eminentes matemáticos y, por lo tanto, ha surgido la opinión infundada de que es necesario estudiar un curso tedioso de matemáticas antes de entrar en el estudio de esta ciencia. Aquí la ciencia puede ser entendida, sin poseer un conocimiento de matemáticas, porque dondequiera que se introduzcan figuras geométricas se explican en sí mismas y éstas se encuentran más generalmente en el Libro Segundo.

Este libro aparece con el objetivo de hacer que el estudio de esta sublime y útil rama del conocimiento sea más entretenido, más completo y más fácilmente comprendido por la clase general de investigadores que hasta ahora.

La ciencia nos asegura que la tierra que habitamos no es más que una parte pequeña e insignificante de una estructura gloriosa, ya que hay mundos casi infinitos creados por un Ser Supremo, que son prodigiosamente grandes, y que todos ellos trabajan juntos en armonía y simpatía, en cuya disposición y gobierno el mismo Ser ejerce su poder y sabiduría infinitos. No hay ningún conocimiento, alcanzado por la luz de la naturaleza, que nos dé ideas más justas de este gran Ser, o nos proporcione argumentos más sólidos para demostrar su existencia y atributos: porque los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos; día a día emite palabra, y noche a noche declara conocimiento; y no hay lenguaje ni palabra donde no se oye la voz de las estrellas.

Dejaré que los estudiantes y los artistas mayores decidan hasta qué punto he podido simplificar y perfeccionar la Genétlìaca. Esperar que este trabajo, este esfuerzo y esta infatigable investigación sobre el Arcano de la Naturaleza sean de eterna utilidad es mi más sincero deseo.

SIMMONITE

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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