Según la doctrina cristiana “el mal” es introducido en el mundo, es decir en el universo, por la “serpiente” y es a causa de ese mal que se necesita una redención. La “serpiente” bíblica, tambien según ese mismo relato, engaña a la primera mujer y ella al primer hombre y de ese engaño nace el primer pecado y de ahí la necesidad de redención.
Si aceptamos que todo este relato no es más que una alegoría del curso anual del sol, vemos que el mal que se produce en el mundo solo es un mal físico, periódico y anual, es el invierno, el frio. El sol, dios y señor de la primavera, del verano y de la luz, es el encargado de esa redención al pasar por el signo del cordero, es decir por Aries en el mes de Marzo.
El relato evangélico es una alegoría del paso del sol a través de su curso anual por los doce signos del zodiaco. La serpiente que inicia el mal y lo prolonga por seis meses es la constelación de
La escena bíblica se produce en
el Edén que es una corrupción de la palabra hebrea Eiren o Irán, cerca de los ríos Eufrates, Tigris y Araxes, esta
corrupción de las palabras Edén e Eiren es fácil a causa del parecido entre la
pronunciación de las letras R y D en el alfabeto hebreo.
En realidad el sol o Cristo, ni nace ni muere, sino que se renueva todos los años, el aumento o disminución de su luz cada día es lo que nos hace representar al sol o cristo como niño, adolescente y adulto, Nace en el solsticio de invierno el día que comienza el aumento de luz diaria y se presagia la primavera y la esperanza del verano con sus frutos y alegrias, nace en el momento mas tenebroso de la noche, el día de menos luz. La celebración de ese nacimiento esta en todas las religiones antiguas, desde los egipcios hasta los persas, todos adoraban el nacimiento del astro rey en la forma de un niño que surge del vientre de una virgen igual que hicieron los cristianos. Unos le llaman Cristo, otros Mitra, etc... La virgen o Virgo es el signo que subía por el horizonte en la época en que empezó el cristianismo el 25 de diciembre trayéndonos Cristo en forma de niño o al sol comenzando su periplo anual.
(comentarios, algo desordenados, a partir de unas ideas
extraidas del libro ‘Origen de todos los cultos’ de Dupui)
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