Shiva |
la tarea de luchar contra el mal para asegurar el triunfo del bien y la felicidad; o bien una actitud pesimista y negativa que ve el mundo y la vida como algo especialmente malo, y por ello debe esforzarse en salir de el, o morir redimido, para alcanzar una nueva existencia en otro mundo donde reinaría la paz y la armonía. Esta última actitud especialmente incompatible con la vida ha dominado el pensamiento religioso de casi todo el mundo en muchos momentos.
Tanto en Oriente como en Occidente, el debate entre ambas actitudes y el predominio de una u otra ha ido marcando las diferentes épocas de su historia.
Confucio |
En occidente fueron los persas (el principal maestro conocido es Zoroastro) y los griegos (Platón); y entre los Chinos, los seguidores de la escuela de Confucio, son los que formularon formas de pensamiento en una actitud esenciálmente positiva, optimista y afirmativa de la vida, a la que concebían como algo esenciálmente bueno, animándonos a que potenciáramos todas nuestras capacidades de servicio a la sociedad a fin de conseguir acercarnos a esa sociedad ideal aquí en la tierra, en lugar de buscarla más allá de la vida, es decir tras la muerte.
La llegada del cristianismo modificó esta forma de pensar por su insistencia en la predicción catastrofista del fin del mundo y por tanto, imponiendo prioridad en nuestra preparación para acceder a un mundo espiritual mas allá de nuestra muerte. Durante el siglo XV, en Europa, el triunfo de fuerzas extrareligiosas fue independizando cada vez más al poder político que ha llegado a ser totalmente laico en Occidente. El cristianismo tuvo que orientarse en esa dirección para satisfacer su vocación de religión mayoritaria o dominante, alterando, en parte, algunos de sus elementos esenciales. La reforma del alemán Lutero que tanto incapié hizo en la valoración de la ética del trabajo como forma de redención, consideraba importante la acción del hombre sobre el mundo material, que no le parecía esenciálmente malo, sino reformable y purificable.
En Oriente, como en Occidente, se dan desde el principio, como se aprecia en los textos Vedas, la coexistencia entre ambas formas de pensar, una positiva y ética y otra negativa o de renuncia a la vida material y exaltación del ascetismo. Al principio, en Oriente predominó la segunda forma de pensar, más espiritual, ascética o mística y más alejada de los intereses materiales. Esto dificultó la formulación de principios éticos, limitando el perfeccionamiento espiritual a una vía de escape del mundo para alcanzar el prometido nirvana mas allá de la muerte física.
(Vedas, Vedangas y Upavedas)
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