En la práctica, la esclavitud en la España metropolitana desapareció cuando en 1766 un embajador del sultán de Marruecos compró la libertad de los esclavos musulmanes de Barcelona, Sevilla y Cádiz. La abolición legal tuvo lugar en 1837 y se aplicaba sólo al territorio metropolitano, puesto que la ley excluía a los de ultramar.
En una primera fase, que duró desde principio del siglo XIX hasta 1860, sólo defendieron la abolición la presión de Gran Bretaña y algunas personalidades aisladas que no tuvieron éxito. Entre éstas destacaron los diputados de las Cortes de Cádiz Guridi Alcocer y Agustín Argüelles que presentaron en 1811 una ley de abolición que fue rechazada, e Isidoro de Antillón, el cual publicó en 1811 un libro contra la esclavitud y defendió la abolición de la trata en las Cortes en 1813. Tras oponerse en las Cortes, en 1813, a las maniobras de los absolutistas, fue salvajemente apaleado en las calles de Cádiz, circunstancia que le causó la muerte en 1814 (por lo que no pudo llegar a ejecutarse la pena de muerte impuesta por Fernando VII). También pertenece a este periodo Blanco White quien exiliado en Londres publicó en aquella ciudad un libro contra la esclavitud, o el padre Varela que fue diputado por Cuba cuando con el pronunciamiento de Riego se restauraron por tres años las Cortes y la Constitución de 1812.
La presión inglesa logró la promulgación de la citada ley de 1837 de abolición de la esclavitud en la España metropolitana y las no respetadas leyes de prohibición del tráfico negrero de 1817 y 1835 y de persecución del mismo de 1845 y 1867. Tras la guerra de Secesión, Estados Unidos se sumó a Gran Bretaña en sus presiones abolicionistas sobre España.
El 2 de abril de 1865 se crea la Sociedad Abolicionista Española por iniciativa del hacendado portorriqueño Julio Vizcarrondo, trasladado a la península tras haber liberado a sus esclavos. El 10 de diciembre del mismo año funda su periódico “El abolicionista”. Contó con el apoyo de políticos que fraguaron la Revolución de 1868 “La Gloriosa” que destronó a Isabel II.
Como consecuencia de ello, en 1870, siendo ministro de ultramar Segismundo Moret, se promulgó una ley llamada de “vientres libres” que concedía la libertad a los futuros hijos de las esclavas y que irritó a los esclavistas. En 1872 el gobierno de Ruiz Zorrilla elaboró un proyecto de ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico.
Contra este proyecto se desató una feroz oposición. Para coordinar la acción opositora se crearon en varias ciudades (Madrid, Santander, Cádiz, Barcelona) Círculos Hispano Ultramarinos de ex-residentes de las Antillas y se impulsó también, la constitución en varias ciudades de la “Liga Nacional” antiabolicionista. Instigaron plantes de la nobleza al rey Amadeo de Saboya, conspiraciones, campañas de prensa y manifestaciones callejeras, como la del 11 de diciembre en Madrid, que tuvo como réplica la que organizó en esta ciudad la Sociedad Abolicionista Española el 10 de enero de 1873. Tal crispación se explica, pues se veía en la liberación de los 31.000 esclavos portorriqueños, un temido preámbulo de la liberación de los casi 400.000 esclavos cubanos.
Precisamente, la oposición a este proyecto de ley abolicionista fue uno de los elementos más visibles, en la prensa conservadora, de crítica al rey Amadeo, reprochándole que no se enfrentase de forma dudosamente constitucional, a un Parlamento dominado por una alianza, en esta cuestión, de monárquico-progresistas (como el mismo jefe de gobierno Ruiz Zorrilla) y de republicanos (como Castelar o Pi Margall). Según el Diario de Barcelona , el 7 de febrero de 1873 se hubiese producido un golpe militar si el rey lo hubiera legitimado con su apoyo. En su lugar, Amadeo ratificó la orden del gobierno de disolver el arma de artillería. A continuación, el 11 de febrero, abdicó.
La aprobación por parte de este Parlamento de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico se produjo pues, el 22 de marzo de 1873, un mes después de la abdicación del rey y de haberse votado la proclamación de la Primera República.
En 1880, en una España dominada precisamente por aquellos personajes que habían integrado la “Liga Nacional” (antiabolicionista), el conservador Cánovas aprobase una ley de abolición de la esclavitud, aunque fuese de forma gradual en Cuba, instaurando un Patronato por parte de los antiguos dueños, que se mantuvo hasta el 7 de octubre de 1886.
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